La denuncia de oficio del fiscal del Crimen Organizado, Juan Gómez para esclarecer lo ocurrido en torno a la segunda subasta de Pluna y el famoso aval, se ha transformado -y no es ninguna sorpresa- en el centro de atención de los medios y de la ciudadanía. En carácter de indagados, es decir, acompañados de sus respectivos abogados defensores, ya prestaron declaración ante la jueza del Crimen Organizado Adriana de los Santos, el presidente del Banco República, Fernando Calloia y el ministro de Economía, Fernando Lorenzo. En las últimas horas, pero en carácter de testigo (es decir, sin necesidad de asistencia o presencia de abogado), lo hizo el titular de Buquebus y BQB, Juan Carlos López Mena; sí estaban presentes los defensores de Calloia y Lorenzo: Gonzalo Fernández (por Calloia, pero contratado por el Banco República) y Amadeo Ottati como defensor de Lorenzo.
Bienvenida esta rápida intervención porque hay muchos puntos que, con la información oficial que se ha brindado, no cierran y la sensación es que desde el gobierno se menospreció la inteligencia de sus ciudadanos y de los medios de comunicación -tal vez se pensó que todos eran tontos- y se urdió una historieta muy difícil de aceptar. El mensaje fue que no había mucha necesidad de ser serio y responsable con los dineros públicos (esos que aportan los contribuyentes) y que en definitiva el pueblo iba a aceptar cualquier teatralización sin hacer preguntas y los medios iban a repetir el relato oficial sin investigar.
Poco se sabe de las declaraciones de Calloia y Lorenzo en el juzgado; algo sí de lo que dijo López Mena, aunque todo muy previsible:
-Admitió que el gobierno le solicitó que acercara alguna empresa que pudiera interesarse en los aviones.
-Se contactó con Hernán Calvo (el caballero de la derecha que en la subasta dijo llamarse Antonio C. Sánchez), quien había trabajado en la filial de Buquebus en España y era padrino de dos de sus nietos.
-Compró el pliego de US$ 5.000 previo a la subasta, pero lo cedió a Cosmo.
-En cuanto al aval, dijo que no tuvo participación en este trámite.
Obviamente que, de lo que no se tiene noticia es cómo hizo una pequeña empresa (Cosmo), con un capital de 7 u 8 millones de dólares para obtener un aval de 13,6 millones de dólares a efectos de comprar aviones por 137 millones de dólares. Raro ¿no?. ¿A nadie en el Banco República, que aceptó -Calloia mediante- de inmediato el aval, se le ocurrió averiguar algo sobre Cosmo, empresa a la que el ministro Lorenzo dijo desconocer totalmente?
Pero esa es solo una de las cuestiones que no cierran y está comprendida en algunas interrogantes más grandes. ¿Quién fue el que escribió el libreto de cómo debía realizarse esta segunda subasta de Pluna y adjudicó roles a cada uno de los protagonistas? ¿A quién se quería favorecer? ¿Al país? ¿Cómo? Si no era al país, ¿a quién otro y por qué? ¿Calloia o Lorenzo actuaron por sí solos o recibieron órdenes de más arriba? La sublime grosería de Mujica ante el reclamo del Partido Nacional de que separe a Calloia del cargo ("¿pero por qué no se van a controlar a sus señoras esposas a ver dónde andan en lugar de andar controlando estas pavadas?"), ¿a qué obedeció? ¿Por qué esa reacción tan insólita como ordinaria? Mal síntoma, "Mujica está nervioso", dijo Larrañaga.
Nadie escribe un libreto (que puede ser por inspiración propia o a pedido), por más disparatado y absurdo que sea, si no hay un claro propósito atrás. ¿Cuál era en este caso el objetivo? El cúmulo de desaciertos o irregularidades que se descubrió fue gracias a la intervención de los medios de comunicación. ¿Cuál hubiera sido el final si lo medios no intervienen e investigan? ¿Quién tendría ahora los aviones y las conexiones aéreas de Pluna? ¿Andaría el Presidente de la República agraviando esposas ajenas?
Los mató la soberbia. Se creyeron los reyes de los vivos. Olvidaron que, como decía Francisco de Quevedo, aquel poeta ingenioso, burlón y satírico como pocos, "la soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió" y ahora les pasa factura. A Dios gracias la Justicia investiga y va a seguir investigando. Y ya que desde el gobierno se insiste con la política del oscurantismo (y ahora también del agravio), la sociedad tendrá acceso a la verdad sobre todo lo ocurrido por la intervención del Poder Judicial, que tiene sus tiempos; pero será cuestión de esperar para ver cómo cae la soberbia y, quizás, algunas cosas más.
El País Digital
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