El 13 de octubre de 1972 un avión uruguayo con 45 personas a bordo se estrelló en la cordillera de los , a más de 4 mil metros de altura. Treinta y tres personas sobrevivieron al impacto, pero poco más de la mitad moriría en los días siguientes. Algunos a causa de las heridas provocadas por la colisión y otros sepultados por un alud de nieve que ocurrió después.
No tenían provisiones ni abrigos. Pese a ello, 16 hombres se sobre pusieron a todas las adversidades.
En 1970, el Old Christian Club, que era integrado en su mayoría por exalumnos del colegio Stella Maris, obtuvo por ocasión el primer lugar en el campeonato nacional de Uruguay.
Para entonces el Rugby, se había colocado como un deporte popular. Fue así que en 1971 decidieron enfrentarse a equipos de Chile.
Como ellos debieron costear los viáticos, optaron por contratar un avión de la Fuerza Aérea uruguaya, que resultaba más barato que alquilar un charter .
Una vez en Santiago de Chile jugaron dos partidos: uno ganado y otro perdido, pero fue tal el éxito que apenas regresaron a Uruguay comenzaron a organizar el del año siguiente.
Había algunos pequeños obstáculos. Uno de ellos era la renta del avión. El viaje estuvo a punto de cancelarse, pero finalmente lograron colocar el resto de las plazas “entre familiares, amigos y simpatizantes del equipo”.
Despegan
A las 8:05 de la mañana del jueves 12 de octubre de 1972 el Fairchild F-227 despegó del aeropuerto de Carrasco en dirección de Santiago de Chile.
En el avión viajaban cinco tripulantes y 40 pasajeros. La mayoría eran estudiantes alrededor de los 20 años, integrantes del Old Christian.
Como parte del viaje, había que atravesar la cordillera de los Andes, cuyas montañas oscilan entre los dos mil y siete mil metros. Pero la mayor altura que podía alcanzar el Fairchild era de seis mil ochocientos metros. Por lo que debían de atravesar la cordillera por algún paso donde las alturas fueran menores.
Al llegar a los Andes las condiciones climatológicas no eran apropiadas, por lo que debieron de aterrizar en Mendoza, provincia de Argentina.
Allí pasaron la noche y al día siguiente retomaron su viaje rumbo a Santiago.
Fatal descenso
Durante el trayecto el avión se mantuvo, en promedio, a unos 6 mil metros de altura. En determinado punto y previniendo que faltaba ya poco para llegar a el aeropuerto de Chile, comenzaron a descender.
Tras dar su ubicación, el Fairchild obtuvo aprobación de la torre de control para descender a 3 mil quinientos metros. En el descenso, penetro en una nube y de pronto el avión quedó envuelto en bolsas de aire que sacudieron el avión haciéndole perder altura.
Cuando salieron de la nube tenían frente a ellos una inmensa montaña nevada. El piloto trato de obtener altura y el F-227 se elevo un poco, pero el ala derecha tocó la ladera y se desprendió del fuselaje. Al pasar por encima de este, arranco la cola del avión.
Cinco personas salieron por el hoyo que quedó. Segundos después el ala izquierda se partió y una de las aspas de la hélice rasgo el fuselaje. Otras dos personas habían salido despedidas del avión.
Debido a la velocidad que llevaba, la aeronave siguió unos segundos más sin alas ni cola hasta detenerse en un gran valle.
Quedaron entre los picos nevados que separan Argentina de Chile, a mas de 3 mil 500 metros sobre el nivel del mar.
Los que resultaron ilesos trataron de curar a los heridos y retiraron el escombro del interior de lo que quedó del avión, acondicionándolo como refugio. Al llegar la noche se acomodaban unos al lado de otros para dormir.
En total, doce personas murieron en la caída y otros fueron falleciendo por heridas del accidente.
Pasarían dos meses en lo alto de la montaña con nada más que su ingenio, las pocas pertenencias y las ganas de vivir.
A su alrededor todo era nieve y por la altura, las temperaturas eran bastante bajas. Ellos en cambio, no llevaban ni abrigos ni guantes. Y tenían apenas un poco de comida: una botella de vino, mermelada y unas tablillas de chocolate.
Aunque en general estaban preocupados por la situación, los animaba la idea de que pronto irían en su rescate. Así que durante los días siguientes básicamente se dedicaron a racionar las pocas provisiones y a esperar.
“Durante los primeros días a cada uno le correspondió la medida de una tapa de desodorante cargada con vino, una cucharada de mermelada y una tableta de chocolate” relataría luego Carlos Páez, uno de los sobrevivientes.
Sin embargo, pasada poco más de una semana se enteraron por la radio que se había abandonado la búsqueda. Entonces entendieron que si querían salir de ahí debían de hacerlo por sus propios medios.
Creatividad e ingenio
En tales condiciones trataron de aprovechar al máximo cada uno de los objetos y materiales que tenían a su alcance.
Una de las primeras necesidades era obtener agua. Buscando dieron con unas láminas que tenían los respaldos de los asientos. Lo que hicieron fue doblar las orillas y esperar que las calentara el sol para luego poner nieve encima, la cual se derretía.
Durante el día, el reflejo del sol en la nieve era tan fuerte que encandilaba. A uno de ellos se le ocurrió improvisar unos lentes de sol usando partes del avión.
Así, ante cada dificultad, trataron de crear una solución.
Comiendo a sus compañeros
Quizá una de las decisiones mas difíciles que debieron tomar fue la de alimentarse con los cuerpos de sus compañeros.
Los días pasaban y comenzaron a quedarse sin alimentos, por lo que entre ellos surgió una voz que sugirió comer la carne de los cuerpos de sus compañeros.
Ellos se habían encargado de enterrar los cuerpos de sus compañeros en la nieve, por lo que prácticamente se habían conservado como en un congelador.
Como es de imaginarse, hubo opiniones divididas, pero al final se convencieron de que era la única alternativa.
Con un vidrio se encargaban de hacer pequeños cortes en los cuerpos congelados para alimentarse.
Enterrados por avalancha
Llevaban 16 días en la montaña cuando el grupo recibió un nuevo golpe. En medio de la noche, un alud de nieve cubrió gran parte del interior de la estructura donde se guarecían, sepultando a todos, excepto a uno, que se levantó al oír el estruendo.
Con sus manos comenzó a buscar a sus compañeros entre la nieve. Los que iba rescatando ayudaban a su vez a otros.
Desafortunadamente, no todos pudieron ser salvados. Ocho más perdieron la vida en ese incidente.
Expedición
Mientras el tiempo transcurría, trataban de ver que alternativas tenían para salir de ahí. Tras intentar comunicarse por la radio del avión solo quedaba una alternativa, emprender un viaje en busca de ayuda.
Inicialmente pensaron en que tres hicieran el viaje, pero previendo que no habría suficientes provisiones y que necesitaban energía para poder caminar, sólo dos realizaron la travesía.
Con planos en mano, una botella de ron, algo de carne, la brújula del avión y una bolsa de dormir que ellos mismos confeccionaron, emprendieron el viaje.
Luego de nueve días y de haber caminado mas de 70 kilómetros en la nieve y “superando un pico de 5 mil 100 metros de altitud”, sintieron que habían vuelto a vivir. Algo de musgo y un río les hizo saber que podía haber vida cerca.
Ambos vieron a un arriero del otro lado del río. A través de un papel atado en una piedra les pregunto que quienes eran y que necesitaban. Cuando le dijeron, el hombre fue en busca de ayuda, no sin antes dejarles unos panes que llevaba.
En los días siguientes el resto de los sobrevivientes fueron sacados de la montaña. Pocos podían creer lo que pasaba. Descender tantos metros, en medio de la nieve y sin equipo especial, había sido toda una hazaña. En total fueron 16 los sobrevivientes.
Recuerdos, remembranzas, homenajes
En agosto del año siguiente un grupo de madres, cuyos hijos fallecieron en el accidente de los Andes, fundaron la biblioteca Nuestros Hijos “para mantener vivo el recuerdo de los que no volvieron del accidente ocurrido el 13 de octubre de 1972”.
Esta historia ha sido relatada en tres películas, varios libros y algunos documentales. Quizá el largometraje mas conocido sea el de ¡Viven! (Alive), estrenada en 1993.
En todos ellos se relatan los testimonios y las hazañas de aquellos que lucharon por sobrevivir en medio de un lugar sin vida, pese a que todos los factores que había estaban en su contra.
Recabando pagina por pagina
LA TRAGEDIA / MILAGRO DE LOS ANDES
* Agradecimiento a Carlitos Paez por el material
El viernes 13 de Octubre de 1972 un avión uruguayo, que llevaba 45 pasajeros a Chile, de los cuales muchos eran estudiantes y jugadores de un equipo de rugby, se estrello en la Cordillera de los Andes.
Doce murieron a causa de la caída, los sobrevivientes a esta tuvieron que soportar entre otras cosas a la temible Cordillera, treinta grados bajo cero durante las noches y al hambre. Trataron de resistir con las escasas reservas alimenticias que poseían, esperando ser rescatados, pero su esperanza cayó al enterarse por una radio, que se había abandonado la búsqueda.
Desesperados ante la ausencia de alimentos y agotada su resistencia física, se vieron obligados a alimentarse de sus compañeros muertos para poder seguir viviendo. Finalmente hartos de las bajísimas temperaturas, los amenazadores aludes, angustiados por la continua muerte de sus compañeros y la lenta espera del rescate, dos de los rugbiers deciden cruzar las inmensas montañas para así llegar a Chile. De esta manera es como el 22 de diciembre de 1972, después de haber estado durante 72 días aislados de todo, el mundo se entera que dieciséis son los sobrevivientes que vencieron a la muerte en la Cordillera de los Andes.
EL EQUIPO DE RUGBY
El club "Old Christians" de Carrasco se fundó para que los alumnos que terminasen sus estudios en el colegio "Stella Maris" de Montevideo, no abandonasen el Rugby, que era el deporte que se practicaba en esta escuela.
Con el correr de los años este deporte llegó a ser muy popular en Uruguay.
El primer equipo de los "Old Christians" con emblema llegó a ser uno de los mejores del país. En 1968 ganaron el campeonato nacional de Uruguay, hazaña que se volvió a repetir dos años mas tarde. En 1971 decidieron enfrentarse a los equipos de Chile.
Para conseguir su propósito y que el viaje no les costase tan caro, contrataron un avión de la fuerza aérea uruguaya, que los llevaría a Santiago de Chile.
Allí, los "Old Christians" ganaron un partido y perdieron otro, al mismo tiempo pasaron unas vacaciones en Chile y para muchos de los pasajeros era la primera vez que salían de su país. Fue tan grande el éxito que al poco tiempo de haber llegado a Uruguay, empezaron a organizar la misma salida para el año entrante. Uno de los problemas fue completar las cuarenta plazas que la fuerza aérea ofrecía, cuantos menos asientos quedasen vacíos menos costaría el pasaje por persona.
El precio total de las plazas era de 1600 dólares, si se completaban todas, solo costaría unos cuarenta dólares por cabeza ida y vuelta. Se corrió la voz de que el viaje podría ser cancelado, pero por fin se llegaron a vender todas las plazas entre familiares, amigos y simpatizantes del equipo.
El jueves 12 de octubre de 1972, por la mañana, los pasajeros del avión Fairchild F-227 comenzaron a arribar al aeropuerto de Carrasco para emprender el segundo viaje de los "Old Christians"a Chile. A las ocho y cinco el avión de la Fuerza Aérea Uruguaya, despegó del aeropuerto de Carrasco en dirección a Santiago de Chile, con cuarenta pasajeros y cinco tripulantes. Old Christians
El avión que llevaría a los Old Chrisitians a Chile era un Fairchild F-227 turborreactor de dos motores gemelos, fabricado en Maryland, Estados Unidos, y comprado por la Fuerza Aérea Uruguaya en 1970.
El mismo Coronel Julio Ferradas había tenido la oportunidad de llevar al Fairchild desde Maryland hasta Uruguay. A partir de entonces el aparato solamente había hecho 792 horas de vuelo, por lo que su condición se consideraba perfecta. Comúnmente el Fairchild era utilizado para carga,
pero en esta ocasión, se le habían agregado cuarenta y ocho asientos desmontables que estaban sujetos a una viga en suelo. Según las reglas de la aeronáutica se le podía considerar como nuevo y además contaba con uno de los mas modernos equipos de navegación conocidos hasta la fecha. No sólo estaba dotado de un aparato de radio compás con control de dirección automático, sino con un nuevo aparato VOR (VHF Omnidirectional Range). La velocidad de crucero de este tipo de aviones es de unos 435 Km. por hora.
En circunstancias normales puede volar a una altura tope de siete mil metros. Esto indica que el Fairchild no puede volar sobre los andes como un jet comercial, si no que debe atravesarlos. Cuando transportaba pasajeros, el equipaje viajaba dividido en dos sectores diferentes del avión. Uno de estos sectores se hallaba justo entre la cabina de los pilotos y el compartimiento para pasajeros y el otro estaba ubicado detrás de la fila de asientos, en la parte trasera del Fairchild, después de un pequeño lavatorio.
Dimensiones: Envergadura: 29 m Longitud: 23,56 m Altura: 8,51 m Planta motriz y Potencia: 2 Rolls Royce Dart Mk 532, de 2.210 shp c/u Desempeño: Velocidad máxima: 470 km/h Velocidad crucero: 435 km/h Alcance: 2.000 km.
LA DESAPARICION
El avión despegó de Montevideo el jueves 12 de Octubre a las ocho y cinco de la mañana. El piloto, Julio Ferradas calculaba llegar a Santiago en cuatro horas aproximadamente. La última media hora sobrevolarían la Cordillera.
Al llegar a Mendoza notaron que el clima sobre los andes no era bueno para cruzarlos con el Fairchild. A las once y media aterrizaron en la capital debido al mal tiempo en la Cordillera. Numa Turcatti (jugador de los Old Christians) llamó por teléfono a Montevideo.
Al parecer, otro de los jugadores, Guido Magri llamó a su novia María que se encontraba en Santiago. Gilbero Regules, jugador del equipo que no había llegado a tiempo a subirse al avión en Montevideo, llegó a Santiago en otro vuelo el mismo día a las 23:00. Buscó al equipo en los hoteles donde supuestamente se alojarían pero no encontró a ninguno de los pasajeros.
Se alojó en otro hotel y de allí se comunicó con María, la novia de Guido Magri. Ella le dijo que había hablado con la embajada uruguaya y le habían comunicado que el avión se encontraba en Mendoza por cambios climáticos desfavorables y que probablemente regresaría a Montevideo.
El equipo pasó la noche en Mendoza y con muchas dudas despegó al día siguiente, rumbo a Santiago. Gilberto Regules y María, novia de Guido Magri, fueron al aeropuerto de Santiago a esperarlos. El avión debía llegar aquel día a las 14:30 de Santiago, pero no fue así como sucedió. Con el pasar de las horas notaron que algo extraño había pasado. A las 17:00 el aeropuerto de Santiago les informo que el avión había desaparecido sin dejar rastros. Gilberto y María se trasladaron a la embajada uruguaya para ver si tenían noticias.
El rumor de la desaparición del Fairchild llegó a Montevideo a las 18:00. Bobby Jaugust (jugador del equipo) llegó a Santiago por otro vuelo el Viernes 13 por la tarde. Buscó al equipo en los hoteles y tampoco los encontró. Estando en el hotel Kent, llamó el padre de Felipe Maquirriain (Felipe era uno de los pasajeros) y pidió hablar con cualquier Old Christian. Bobby contestó la llamada y Maquirriain, creyendo que Bobby iba en el Fairchild, creyó que el avión llegó sin problemas. Bobby se dio cuenta de que había un problema y se dirigió a la embajada Uruguaya. Allí se encontró con Gilberto Regules, quien le dijo que el avión estaba desaparecido.
Desde Santiago, Maria llamó a Montevideo para hablar con la familia Magri. La comunicación fue confusa. María les dijo que había hablado con Guido, y la familia interpretó que ella había hablado con el en Chile, cuando en realidad ella quiso decirles que habló con el cuando Guido la llamo desde Mendoza. A las 22:00 las noticias en Montevideo eran confusas. Se decía que el avión había sido encontrado en Curico, lo cual era erróneo. El padre de Daniel Juan llamó a los padres de los muchachos para brindar por la buena noticia de que sus hijos ya se encontraban a salvo en Chile. El padre de Gustavo Nicolich se enteró en su oficina de las noticias.
Como los demás, el creyó que el avión se había perdido al volver de Santiago hacia Montevideo, solo con la tripulación. Llamó al padre de Roy Harley, quien le dijo que habían aterrizado en Mendoza y se perdió al ir hacia Chile. Cuando Nicolich escuchó las noticias de que el avión había aparecido en Curico, llamó a un familiar que trabaja en un diario quien luego le confirmó que esta noticia era errónea. Alrededor de las 23:00, finalmente se conocieron los informes oficiales: El avión pasó la noche del Jueves 12 en Mendoza. Partió de allí el Viernes 13 a las 14:18.
Paso sobre Curico a las 15:24. Y desapareció aproximadamente a las 15:34. En una búsqueda inicial, el Servicio Aéreo de Rescate Chileno no los encontró. A los ocho días se dio por finalizada la búsqueda oficial. Aeropuerto de Mendoza 13 de Octubre de 1972
EL CHOQUE
A las ocho y cinco de la mañana el F-227 despegó de Carrasco. El plan de vuelo de su piloto, el comandante Cesar Ferradas, era dirigirse de Montevideo a Santiago pasando sobre Buenos Aires y Mendoza.
El viaje duraría cuatro horas y la última media hora volaría sobre los Andes. La mayor preocupación de los pilotos era que las montañas de los Andes oscilan entre dos mil y seis mil metros, (teniendo en cuenta que el pico mas alto de la Cordillera, el Aconcagua, mide siete mil seiscientos metros) y la mayor altura que podía alcanzar el Fairchild era de seis mil ochocientos metros.
Por lo tanto tendría que atravesar los Andes por algún paso donde las alturas fueran menores. En el momento en el que el Fairchild llegó a la cordillera, el auxiliar de vuelo Ovidio Martinez le dio la noticia a los pasajeros de que era imposible atravesar la cordillera, ya que las condiciones climatológicas no se lo permitirían, con lo cual debieron aterrizar en Mendoza, provincia de Argentina.
Allí pasaron una noche y al otro día a las 14:18 el Fairchild partió de Mendoza rumbo a Santiago, comandado por el copiloto Dante Lagurara. El avión ascendió hasta llegar a los 6 mil metros de altura. A medida que avanzaban, un manto de nubes blancas aparecía bajo ellos, pero esto no era problema, ya que la visibilidad era buena por encima de las nubes.
A las 15:21 Lagurara se comunicó con el control de tránsito aéreo de Santiago para decirles que sobrevolaban el paso Planchón. Minutos mas tarde se volvió a comunicar para decirles que divisaba Curicó. El avión giró en ángulo recto para tomar la ruta anterior. Dando por buena la información recibida, la torre de control autorizó para descender a los 3 mil quinientos metros cuando se dirigía al aeropuerto de Padahuel. Cuando el avión descendió penetró en una nube y comenzó a dar sacudidas. Lagurara conectó las señales de abrocharse los cinturones y de no fumar ya que los pasajeros estaban yendo de un lugar a otro y jugando con un pelota de rugby.
El navegante les dijo que el avión se iba a sacudir un poco, por lo cual debían permanecer sentados, aunque ya estaban por aterrizar. Minutos después el avión empezó a sacudirse de forma anormal y luego penetró en una bolsa de aire que lo hizo descender varios metros bruscamente. Algunos de los pasajeros se veían nerviosos y otros para disimular el miedo hacían chistes sobre su situación. Luego otra bolsa de aire los hizo descender varios metros mas hasta sacarlo de la nube. El paisaje que se veía por las ventanillas, no eran los valles de Chile, sino, tan solo una inmensa montaña a escasos tres metros del ala. Al ver esto varios de los pasajeros comenzaron a rezar, otros se miraban aterrorizados esperando el impacto contra la montaña. El piloto forzó los motores intentando obtener altura.
El avión se elevó un poco, pero el ala derecha tocó la ladera y se desprendió del fuselaje. Al pasar por encima de este, arrancó la cola del avión, dejando una salida en la parte trasera de lo que quedaba del Fairchild. El navegante, el ayudante de vuelo y tres chicos más salieron despedidos por donde anteriormente estaba la cola. Segundos después el ala izquierda se partió y una de las aspas de la hélice rasgó el fuselaje. Se oyeron largos gritos de terror. En lugar de deshacerse, el avión siguió unos segundos mas sin alas ni la cola hasta aterrizar sobre su vientre en la nieve a lo ancho de un gran valle. En ese momento dos pasajeros mas salieron despedidos por la parte trasera.
La fuerza de desaceleración hizo que la base de los asientos se rompiera y que estos aplastaran violentamente a los pasajeros contra la parte delantera del avión. La distancia entre el punto de impacto y el lugar donde el Fairchild se detuvo era de cinco kilómetros.
Y la altura del lugar, donde estaban los 32 supervivientes que hasta el momento quedaban, era de tres mil quinientos metros sobre el nivel del mar.
COMO SOBREVIVIR
En cuanto se encontraron en el medio de los Andes, los sobrevivientes entendieron que debían mantenerse con vida unos a otros hasta que fuesen rescatados. La necesidad más urgente era el agua.
En el avión no había ningún tipo de liquido para saciar la sed y era difícil fundir suficiente cantidad de nieve para todos los pasajeros.
Fue Adolfo Strauch quien descubrió que en la parte trasera del respaldo de todos los asientos, había una bandeja metálica de unos 30 por 70 centímetros.
Lo que hizo fue doblarle los lados hacia arriba y hacerle un agujero en el medio. Hecho esto, la cubrió parcialmente con nieve y la colocó de cara al sol.
A los pocos minutos el sol calentó la chapa y la nieve comenzó a fundirse formando un chorrito de agua que caía por el orificio.
Como todos los asientos tenían una de estas chapas en su respaldo, rápidamente comenzaron a funcionar mas "convertidores de nieve en agua". Para comenzar a organizarse, se dividieron en diferentes grupos. El grupo médico estaba formado por Gustavo Zerbino, Roberto Canessa y Liliana Methol. Los dos primeros eran estudiantes de primer y segundo año de medicina, respectivamente.
A pesar de su poca experiencia en la medicina eran los únicos que brindaban seguridad dentro del grupo. Liliana, a pesar de no saber de medicina ayudaba a Canessa y a Zerbino, haciendo de enfermera y cuidando a los heridos. Otro de los grupos estaba a cargo de la vivienda.
Este debía ordenar el avión, tendiendo las mantas de los asientos al sol y acomodando los almohadones en forma de colchón, a lo largo del fuselaje.
El tercer equipo era el de los convertidores de nieve en agua y estaba formado por los mas heridos del grupo. Como en las cercanías del avión, la nieve estaba manchada de sangre, aceite y orines, debían ir a buscar nieve mas limpia unos metros mas allá del avión.
La única comida de la que disponían era la que llevaban ellos para comer durante el viaje y algunas cosas que habían comprado en Mendoza.
Como en total eran 29 personas las que hasta el momento estaban vivas, decidieron que debían racionar los alimentos y hacerlos durar hasta que fuesen rescatados. De esto se encargaba el capitán del equipo Marcelo Pérez.
Durante los primeros días a cada uno le correspondió la medida de una tapa de desodorante cargada con vino, una cucharada de mermelada y una tableta de chocolate. Juntando algunos de los hierros que estaban en el avión Canessa y Maspons construyeron dos camas colgantes, que serían usadas por los mas heridos.
Gracias a esto había mas lugar en el suelo, pero los heridos que utilizaban las camas sentían mas frío ya que no recibían el calor de los cuerpos de sus compañeros, por lo tanto, le fueron confeccionadas mas mantas para protegerse. Carlos Páez, era quien se encargaba voluntariamente de tapiar el boquete de entrada al avión. Un día lo dejó tan bien, que tuvo que volver a pararse y abrir un hueco por que había empezado a faltar el aire en el interior del fuselaje.
El mismo, era quien tenía asignado el trabajo de pasar un frasco durante las noches, para que los demás pudiesen orinar y luego tirar el desecho por un pequeño agujero que daba al exterior.
La vestimenta estaba provista de varias prendas superpuestas, la mayoría llevaba varios buzos, tres pantalones, tres pares de medias, un par de almohadones atados a las botas de rugby (para no hundirse en la nieve) y como no tenían guantes se los confeccionaron con medias.
Durante el día, cuando el cielo estaba despejado, el sol se reflejaba en la nieve y encandilaba a los que permanecían en el exterior.
Usando partes del avión y la tapa de una carpeta que encontraron en la cabina, Fito Strauch armó rudimentarios anteojos de sol con los que podrían evitar la ceguera durante el día. La solidaridad, la Fe, el compañerismo y el trabajo en equipo, fue sobretodo lo que ayudaba a subsistir día tras día a los sobrevivientes. Cuando uno de ellos decaía en animo otros iban y se ocupaban de levantarle la moral, de lo contrario, este deprimía a todos los que se hallaban a su alrededor.
LA AVALANCHA
El día decimosexto que llevaban en la montaña, día 29 de Octubre, amaneció despejado.
Los jóvenes salieron del avión, tendieron al sol sus mantas y ropas, y se acomodaron en los asientos que habían armado a largo del fuselaje. Últimamente todo estaba marchando bien y los grupos trabajaban en completa armonía, ya sea ordenando el avión, derritiendo nieve o haciendo alguna otra cosa. Numma Turcatti estaba feliz por dos motivos. Había encontrado la cámara fotográfica de su hermano mayor, perdida en el accidente, y al día siguiente 30 de Octubre, iba a cumplir 25 años.
A eso de las 18:00, cuando el sol se había puesto tras las montañas, los muchachos se metieron en el avión. Comieron, rezaron y se prepararon para acostarse extendiendo en el piso los almohadones de los asientos.
Diego Storm y Gustavo Nicolich se sentían deprimidos aquella noche. Su buen amigo Roy Harley hizo lo que pudo para levantarles el animo y alegrarlos un poco. Generalmente Harley dormía delante de Storm.
Aquella noche decidieron cambiar los puestos, ya que Storm se sentía incómodo. Harley yacía acurrucado junto a Nicolich. Mientras tanto los demás se acomodaban bajo las mantas y se iban durmiendo. Roy Harley todavía permanecía despierto, cuando se oyeron dos estruendos terribles.
Sonaron como truenos. Inmediatamente se abatieron sobre la débil barricada que cerraba el boquete trasero del fuselaje toneladas de nieve blanda, invadiendo el fuselaje y la cabina.
El retumbar de un rayo había producido una avalancha de nieve, que derribó y arrastró el "tapón" con que habían obstruido la abertura trasera.
Todos, menos Roy, que se incorporó rápidamente al oír el ruido, quedaron sepultados de un momento a otro bajo casi un metro y medio de nieve. Lo que vio Harley al incorporarse lo dejó aterrado. El avión estaba casi completamente lleno de nieve y todo lo que anteriormente cubría el suelo había desaparecido. Roy empezó a cavar hacia su lado derecho, donde anteriormente se encontraba Carlitos Páez.
Primero le descubrió la cara y después el torso. Al ver que había manos fuera de la superficie de la nieve, el muchacho fue a rescatar a otros compañeros. Liberó a Canessa y luego fue por Adolfo Strauch.
Ya habían pasado varios minutos del alud y la mayoría de sus compañeros permanecían bajo la nieve aún. Los que estaban sobre las camas colgantes no se vieron afectados en gran parte por la avalancha. Vizintin a pesar de estar herido y en una cama ayudaba a cavar desde su lugar pero Echevarren no se podía mover y Nogueira estaba en estado de shock. Hasta ese momento Harley, Páez, Sabella, Canessa y Adolfo Strauch se hallaban libres y cavando en la nieve. Cuando Adolfo Strauch se encontraba bajo la nieve, gritaba a su primo que resistiese.
Mientras tanto Harley ya estaba llegando a él con sus manos. Una vez que Adolfo Strauch quedo libre, su primo (Eduardo), Inciarte, Daniel Fernández y François salieron por el mismo agujero que él había dejado. Todos comenzaron a buscar al capitán del equipo, Marcelo Pérez, pero al encontrarlo ya había muerto. Roy Harley que había quedado hundido en la nieve hasta el pecho, oía las voces ahogadas bajo la nieve de sus compañeros.
Excavó con las manos en busca de su amigo Diego Storm, con quien había cambiado el lugar hacía instantes. A aquella altura este esfuerzo era literalmente agotador. Perdió completamente la sensibilidad en sus manos, que se le congelaban. Cuando Páez se sintió libre comenzó a buscar a sus amigos Nicolich y Storm, pero se le congelaban las manos y debía parar para calentárselas con el encendedor.
Se comunico con Gustavo Zerbino a través de un túnel pero Zerbino le dijo que el se encontraba perfectamente y que podía rescatar a otro. Finalmente halló a su amigo Nicolich, pero ya era tarde. Uno de los que no se entregaron fue Fernando Parrado. Había leído que en caso de avalancha las victimas pueden vivir algunos minutos bajo la nieve. Espero y cuando sintió que alguien aplastaba su pecho por encima suyo empezó a gritar pidiendo auxilio.
En el último momento, cuando ya estaba por entregarse, Carlos Páez llegó hasta su cara. Luego de rescatar a Nando, Páez buscó asu amigo Diego Storm, pero cuando lo encontró se dio cuenta que había muerto. Canessa encontró muerto a su amigo Maspons. Roque (el mecánico) y Menéndez murieron al derrumbarse la barrera, pero parte de ella salvó la vida de Turcatti y Alfredo Delgado.
Algorta se preparaba para morir cuando una mano llegó a su cara, permitiéndole respirar. Al ir a rescatar a Javier Methol este les dijo que primero rescaten a su esposa. Methol se liberó y junto a Zerbino comenzaron a buscar a Liliana. Cuando la encontraron, estaba muerta.
Javier cayó fulminado en la nieve, llorando, abrumado por el dolor. Como la nieve había llenado las tres cuartas partes del interior del fuselaje ahora los sobrevivientes se encontraban casi contra el techo, con miedo, frío y sin ocho de sus mejores compañeros.
El capitán del equipo, Marcelo Pérez había muerto. Juan Carlos Menedez y el mecánico Roque estaban muertos en la entrada. Platero, a quien le habían sacado un tubo del estómago y su herida había cicatrizando tambien habia muerto. Nicolich y Storm, amigos de Páez también lo estaban. Liliana Methol, querida y respetada por todos los jóvenes, murió al lado de su esposo. Daniel Maspons, a quien Canessa halló como si estuviese durmiendo tampoco sobrevivió a la valancha. Nuevamente comenzaron a sentir que sus vidas se podrían acabar de un momento al otro.
Los diecinueve sobrevivientes que hasta el momento quedaban pasaron una noche peor aún que la primera.
Una hora mas tarde del primer alud, otra avalancha cayó sobre el avión pero esta vez paso por arriba y muy poca nieve pudo llegar al interior.
Con esta segunda avalancha el avión se encontraba completamente enterrado. Ya avanzada la noche los muchachos estaban cansados y con frío, ya que las mantas, zapatillas y otras ropas habían quedado bajo la nieve. Debían darse golpes para restablecer la circulación de la sangre.
Entre tres o cuatro cavaron un hoyo en el medio de la nieve en el cual algunos podían sentarse con sus piernas dentro y uno debía permanecer parado en el medio del hoyo saltando sobre sus pies para que no se les congelasen. Algunas horas mas tarde les comenzó al faltar el aire, entonces Parrado agarró una vara y consiguió pasarla por la entrada, atravesando la nieve hacia el exterior, de esta manera el oxigeno llegaba a ellos.
La tormenta duró dos días mas por lo cual los sobrevivientes debieron quedarse acurrucados dentro del avión.
El primero de Noviembre seis de los muchachos salieron del avión a derretir nieve y limpiar las ventanas. Al día siguiente, el cielo estaba despejado y se organizaron nuevamente en equipos para quitar la nieve y los cuerpos del interior del fuselaje.
LAS VICTIMAS DE LA AVALANCHA :
Gustavo Nicolich
Enrique Platero
Marcelo Perez
Liliana Methol
Juan Carlos Menéndez
Diego Storm
Carlos Roque
Daniel Maspons
EN LA COLA DEL AVION
El 17 de Noviembre Canessa, Vizintin y Parrado partieron hacia el este para bordear una ladera y luego dirigirse hacia Chile.
En el camino se encontraron con la cola del avión. Lo que más les encantó fue la vista de las valijas que se encontraban esparcidas a su alrededor. Fueron hacia ellas, las abrieron y buscaron en el interior. Encontraron toda clase de ropas, un equipo de esquí y una caja de bombones de los cuales comieron algunos. Los tres se sacaron las ropas sucias y las cambiaron por las mas gruesas que pudieron encontrar.
Canessa allí encontró su valija con sus pulloveres preferidos. Parrado encontró un pasamontañas perteneciente a su mejor amigo Panchito Abal. Después entraron en la despensa de la cola y allí encontraron un paquete de azúcar y tres empanadas de carne que comieron inmediatamente.
Detrás de la despensa había un compartimiento para el equipaje donde encontraron mas valijas. En una de ellas encontraron una botella de Ron y, en otras, varios cartones de cigarrillos. También encontraron cajas de Coca-Cola, revistas cómicas con las que encendieron fuego y algunos sanguches llenos de moho. Pero el descubrimiento más importante fue el de las baterías del avión. Antes de morir, el mecánico Roque les había dicho que con las baterías podrían hacer funcionar la radio del avión, el problema era que la radio estaba en la cabina de los pilotos y las baterías en la cola.
Si conectaban las baterías a la radio podrían trasmitir un mensaje de auxilio y cancelar los planes de una peligrosa expedición.
Aquella noche la pasaron allí. Con las baterías Canessa logro encender una bombilla de luz. Comparado con las condiciones del avión esto era muy cómodo. Al día siguiente siguieron caminando hacia el nordeste tratando de dar la vuelta hacia Chile pero no lo lograron y la noche los sorprendió en plena caminata. Allí cavaron un pozo y se dispusieron a dormir. Pero resulto imposible. El frío era muy intenso y cualquier abrigo que tuviesen no alcanzaba para entrar en calor. Así que se vieron obligados a colocarse uno arriba del otro. De esta forma se daban calor mutuamente, aunque no podían dormir. A la mañana siguiente volvieron a la cola. La comida ya se estaba acabando así que decidieron volver al avión. Vizintin y Canessa pasaron al departamento donde estaban las baterías, las separaron de la cola y se las fueron pasando a Parrado. Vizintin separo el material aislante del sistema de calefacción pensando que serviría para su chaqueta. Cargaron las baterías en un improvisado trineo que construyeron con media valija. Y partieron ladera arriba, hacia el fuselaje a donde habían dejado a sus amigos. Las baterías eran demasiado pesadas (cerca de 23 kilos cada una) y el camino de vuelta era en subida, por lo que decidieron que en vez de llevar las baterías hasta avión, desmontarían la radio de la cabina y la llevarían hasta la cola. Antes de partir Parrado volvió a la despensa y escribió "Ir hacia arriba. Todavía quedan dieciocho personas vivas".
Cinco días después volvieron a la cola con Roy Harley, el estudiante de Ingeniería, para que conecte la radio. En el camino se encontraron la maleta de la señora Parrado que entre otras cosas contenía dulces y dos botellas de Coca-Cola. Pasaron este primer día descansando y mirando el interior de las valijas nuevas que habían aparecido alrededor de la cola al fundirse la nieve. Entre otras cosas Fernando Parrado, encontró una cámara de fotos con película y la bolsa con las dos botellas de ron y licor que su madre le había dado en Mendoza para que guardara.
Bebieron una de las botellas y reservaron las otras para la última expedición, por si los planes de hacer funcionar la radio fallaban. Canessa y Harley se dedicaron a hacer funcionar la radio a la mañana siguiente. A pesar de todos sus intentos, fracasaban una y otra vez.
Sus esperanzas incrementaron cuando Vizintin encontró el manual de instrucciones del Fairchild, pero al buscar el capitulo de "comunicaciones" descubrieron que el viento había arrancado varias paginas. Mientras tanto Parrado y Vizintin se dedicaban a seguir buscando en las valijas, sacar fotos o encender fuego. Al tercer día se dieron cuenta de que los alimentos se estaban acabando por lo que Parrado y Vizintin volvieron al fuselaje, dejando solos a Canessa y a Harley para que continuasen con su trabajo. Dos días después regresaron y se encontraron con que Harley, con la ayuda de Canessa había hecho todas las conexiones necesarias pero de todas maneras no podían captar ninguna señal exterior.
Cuando conectaron las baterías a la radio a transistores que ellos llevaban lograron sintonizar varias emisoras. Escucharon la noticia de que un C-47 de la Fuerza Aérea Uruguaya reanudaría la búsqueda del Fairchild por lo que decidieron hacer una cruz con los bolsos y ropas a pocos metros de la cola. Para entonces ya estaban prácticamente convencidos de que no lograrían hacer funcionar la radio, aunque Canessa seguía intentándolo y se oponía a regresar al avión. Finalmente, a pesar de todos los intentos, todos los resultados fueron negativos.
Por lo que después de pasar su ultima noche en la cola decidieron regresar al avión sin que antes Harley destruyera la radio a patadas. Fernando Parrado en la cola del avión.
LA EXPEDICION DE LA ESPERANZA
Luego de varias discusiones, el día número sesenta y dos, Roberto Canessa, Fernando Parrado y Antonio Vizintin salieron en su última expedición hacia Chile. Se llevaron consigo la brújula del avión, los planos y una bolsa de dormir fabricada con una parte aislante de la calefacción del avión a la cual debieron coser con los cables pertenecientes a los circuitos. Los demás supervivientes les habían preparado una ración especial de comida que duraría quince días. Cada uno de los tres expedicionarios se había preparado su mochila (hechas con pantalones) con las cosas que irían a necesitar. Los tres llevaban anteojos para el sol, un tubo de aluminio para apoyarse, los almohadones del avión (usados como botas), varios Jersey, cuatro pares de calcetines y demás ropa de abrigo. Después de una breve y emotiva despedida con sus compañeros, caminaron bordeando la ladera de la montaña mas próxima que se encontraba al oeste. El problema era que la pendiente era muy pronunciada y alta en todas sus partes, por lo cual costaría mucho la ascensión. ConsultaronExpedición final de Canessa y Parrado a la brújula y comenzaron a trepar por la ladera de la montaña.
Asi estuvieron a lo largo del dia y cuando el sol se ocultó, todavía no habían encontrado un lugar apropiado para dormir, por lo cual empezaron a alarmarse. Con desesperación empezaron a buscar un sitio mas o menos plano para poner el saco de dormir y no deslizarse colina a bajo mientras dormían. Finalmente Parrado encontró una roca en la cual se había formado una trinchera dónde podrían pasar la noche.
Al segundo día de ascensión, mientras descansaban, Canessa aseguró ver una carretera hacia el lado de Argentina y lo comentó con los otros dos.
El deseaba volver al avión para luego dirigirse hacia la carretera. Pero Parrado creía imposible que lo que veía sea una ruta ya que se dirigía hacia el este y Chile estaba hacia el oeste. Llegó la noche del segundo día y todavía no habían llegado a una conclusión.
Al día siguiente, tercero de su ascensión, llegaron a un acuerdo. Parrado había llegado a la cima de la montaña y con desilución, se encontró con que todo lo que lo rodeaba eran montañas. En la lejanía descubrió dos montañas sin nieve, entre las cuales debía haber un valle donde encontrarían su salvación. Como pensaron que si seguían camino hacia esas dos montañas, la comida se agotaría, decidieron que Vizintin debía regresar para que a ellos dos les durase mas la ración. En la mañana del 15 de Diciembre, Vizintin descendió hacia el avión tardando solo 45 minutos.
Al día siguiente Canessa y Parrado siguieron la ascensión hacia la cumbre, hazaña que Parrado había conseguido dos días atrás.
Tardaron tres horas en llegar y allí buscaron el mejor camino para descender. Llegada la tarde, y habiendo descendido un buen tramo del camino, se dispusieron a dormir. Al mediodía del día 17 de Diciembre llegaron a la base de la montaña y siguieron andando por el valle que habían acordado cuando estaban en la cima de la montaña. En una de las paradas que hicieron para descansar vieron un pequeño arrollo y a su lado descubrieron musgo y juncos.
Era el primer signo de vegetación que veían desde el día del accidente. Dos días mas tarde por la mañana, Canessa vio un grupo de vacas, lo que los alentaba a seguir caminando. Mas adelante encontraron los primeros signos de civilización, (una herradura, una lata de sopa, árboles talados, etc). Después de esto se acostaron a dormir, estando seguros de su salvación. En el día 20 de Diciembre, cuando ya se estaban por acostar, después de haber caminado otro largo tramo, Canessa reconoció a un hombre a caballo del otro lado del río y empezó a gritarle a Parrado para que fuera a su encuentro, ya que él no podía caminar. Parrado corrió hacia donde se encontraba el jinete, pero no lo vio, por lo que regresó junto a Canessa quién también lo había perdido de vista. Mas tarde oyeron un grito y esta vez vieron a tres hombres del otro lado.
Los dos pidieron socorro desesperadamente e hicieron gestos de súplica. Uno de los tres hombres se acercó a la orilla del río y gritó algo, de lo cual Canessa y Parrado solo pudieron entender "mañana". Finalmente se acostaron a dormir felices por lo acontecido.
A la mañana siguiente, los dos sobrevivientes volvieron a ver a los tres hombres al lado de la cabaña. Parrado se acercó al río y le gritó algo a las personas. Uno de ellos (Sergio Catalán) bajó hacia la orilla y en un papel escribió: Va a venir luego un hombre a verlos. ¿Que es lo que desean?. Después de escribir esto, envolvió el papel en una piedra y se lo lanzó a Parrado. Este escribió lo siguiente: "Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Hace 10 días que estamos caminando. Tengo un amigo herido arriba. En el avión quedan 14 personas heridas.
Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos como. No tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar a arriba?. Por favor, no podemos ni caminar. ¿Dónde estamos?". Cuando terminó, hizo lo mismo que el arriero para devolver el papel.
Sergio Catalán lo leyó e indicó que había entendido. Antes de irse, el arriero arrojó cuatro panes al otro lado del río y luego se fue a caballo.
Unas horas mas tarde llegó un hombre al lugar dónde estaban Canessa y Parrado y les dijo que Sergio Catalán había ido a notificar la noticia al pueblo más cercano. Finalmente, a setenta días del accidente y de nueve de caminar a través de las montañas, habían encontrado la salvación.
EL RESCATE
Luego de que Sergio Catalán halla leído el mensaje Parrado se fue a donde estaba Canessa para comer los panes que el arriero les había lanzado por encima del Río. Poco tiempo después llegó un hombre a caballo al lugar dónde estaban Canessa y Parrado. Brevemente le explicaron su aventura al arriero quien les dio queso y luego los llevó a una cabaña en Los Maitenes donde los dos sobrevivientes comieron sin pausa.
Allí, junto a un tercer jinete, los nativos les explicaron que la persona que los había descubierto había salido por la mañana para llevar la carta al puesto de carabineros mas cercano. Horas mas tarde Sergio Catalán arribó a Los Maitenes junto a un grupo de carabineros, quienes escucharon con atención la historia de los dos sobrevivientes.
Cuando Canessa y Parrado terminaron de hablar, el jefe de carabineros mandó a pedir tres helicópteros a Santiago, para el rescate de los demás sobrevivientes. Al día siguiente, viernes 22 de Diciembre, había neblina.
Poco antes del mediodía, mientrasRoberto Canessa y Fernando Parrado en Los Maitenes desayunaban, Canessa y Parrado, escucharon un ruido extraño en la lejanía. Se oía como una muchedumbre. Al asomarse, los dos sobrevivientes notaron a una multitud de periodistas que se acercaban hacia ellos haciendo preguntas.
Esto sorprendió de sobremanera a Canessa y a Parrado ya que nunca habían imaginado el apetito sensacionalista de la prensa mundial, pero igualmente se sentían contentos de responder a sus preguntas. Los helicópteros llegaron a los Maitenes aproximadamente después de las 10 am. Tres horas después había bastante visibilidad por lo que los pilotos decidieron partir hacia el Fairchild (dos de los tres helicópteros). A las 13 salieron los dos helicópteros con: Carlos García (comandante), Jorge Massa (comandante), dos mecánicos, un asistente sanitario, tres miembros del S.A.R. y Parrado para indicar el lugar del avión. Ya en viaje, Parrado reconocía todo lo que veía hacia abajo. Una vez adentrados en las montañas el helicóptero se encontró frente a una enorme ladera. Cuando García pregunto hacia donde iban ahora, Parrado contestó - Hacia arriba -. Al escuchar esta respuesta García quedó anonado ya que le parecía imposible que dos personas en situación de sobrevivientes, hubiesen podido descender por aquella montaña. A medida que ascendían el aire se hacía mas ligero y había mas torbellinos.
El helicóptero se sacudía peligrosamente y comenzó a vibrar cada vez mas fuerte. Cuando conquistaron la cima el altímetro marcó 4500 metros. En repetidas oportunidades el helicóptero fue rechazado por las corrientes de viento al intentar sobrepasar la montaña. Estuvieron a punto de estrellarse contra la ladera pero el piloto lo intento por una parte mas baja y lo logró. Una vez del otro lado, Parrado vio a través del valle un pico que reconoció, pero no divisaba al Fairchild.
Entre gritos comunico al piloto que descienda. Segundos después encontró el aparato en la nieve y alrededor a sus compañeros con los brazos abiertos hacia el cielo. Los dos helicópteros comenzaron a descender hasta que los restos del Fairchild se hicieron visibles. Aquella mañana los catorce sobrevivientes que habían quedado en el avión se habían enterado de su suerte a través de una radio a transistores que escuchaban todas los días. Después de oír las noticias gritaron a las montañas que estaban salvados y agradecieron a Dios por la merecedora noticia. La moral cambió de un momento a otra dentro del grupo.
Varios se prepararon para el rescate, cambiándose de ropa, peinándose y lavándose como fuera posible. Otros planearon lo que harían después de que los helicópteros llegasen. Nada pasó sino hasta después del mediodía. Cerca de la una vieron volar en el nordeste a los helicópteros. Los que se encontraban en el exterior comenzaron a hacer señas, a gritar y a llorar. Se abrazaban emocionados y agradecían al cielo por su salvación. Cuando uno de los helicópteros pasó por encima de sus cabezas, los sobrevivientes pudieron ver a Nando que se asomaba por uno de los lados.
También pudieron ver que desde el otro helicóptero estaban haciendo fotografías y filmando. Finalmente, después de un cuarto de hora uno de los helicópteros tocó la nieve. Arrojaron un paquete por la puerta y a continuación bajaron dos hombres. El primero de ellos era un andinista y el segundo, un asistente sanitario. Los dos extraños fueron saludados compulsivamente por la mayoría de los sobrevivientes. Dos de los jóvenes caminaron hacia el helicóptero en el cual se encontraba Parrado y subieron.
Como García creyó que la máquina no soportaría mucho mas peso se elevó y dejó tiempo para que el piloto del otro helicóptero (Massa) haga la misma maniobra dejando a dos andinistas mas. Aquel día fueron rescatados Daniel Fernández, Alvaro Mangino (en el primer helicóptero); Carlos Páez, Pedro Algorta, Eduardo Strauch e Inciarte (en el segundo helicóptero). Dejaron abajo a los demás sobrevivientes a cargo de los tres andinistas y el ayudante sanitario y de allí partieron hacia Los Maitenes. Al bajar de los helicópteros en Los Maitenes todo era alegría. Los sobrevivientes se abrazaban unos a otros revolcándose por el pasto como si fueran chicos. Cuando pasó esta primera hora de entusiasmo los sobrevivientes se decidieron a comer todo lo que estuviese a su alcance.
Los examinó el equipo médico y se descubrió que todos sufrían de desnutrición y falta de vitaminas, pero ninguno se hallaba en estado crítico. En consecuencia los ocho supervivientes recuperados de la montaña podían esperar en los Maitenes mientras los helicópteros recogían a los demás. Pero aquella tarde se decidió que las condiciones atmosféricas no eran favorables para volver al lugar, por lo tanto el rescate de los demás sobrevivientes se realizaría al día siguiente y los que ya estaban rescatados serían trasladados al Hospital de San Fernando. Mientras tanto, en el lugar del accidente los sobrevivientes le fueron contando a los andinistas como habían vivido en tan reducido espacio.
Los visitantes examinaron a los ocho supervivientes, atendiendo primero a su salud y luego a sus estómagos hambrientos. Alrededor de las cuatro de la tarde se hizo evidente que los helicópteros no volverían aquel día. De repente la elevada moral de los sobrevivientes dio paso al triste pensamiento de pasar una noche mas en el avión. Los andinistas al darse cuenta de esto hicieron todo lo posible para levantarle los ánimos al grupo. Cayó la noche y los sobrevivientes invitaron a los cuatro chilenos a quedarse en el avión, pero los visitantes se mostraron reacios y armaron una carpa a unos metros del avión.
Los ocho
Ultima noche de los sobrevivientes en el avión muchachos se sintieron ofendidos cuando rechazaron su hospitalidad y le dijeron a los chilenos que si al menos uno no pasaba la noche en el avión, a medianoche arrancarían las estacas de la carpa. Eligieron a uno de los andinistas ya que al día siguiente sería su cumpleaños. Aquella noche nadie durmió y se la pasaron hablando sobre la vida de los andinistas y la aventura que los sobrevivientes habían pasado.
A la mañana siguiente se desayunaron con té y galletas. Sobre las diez de la mañana aparecieron los tres helicópteros. Describieron círculos por encima de los restos del Fairchild por algunos minutos y por fin descendieron. Uno por uno los sobrevivientesfueron acercandose para subirse. Una vez que las tres máquinas se encontraron cargadas, los pilotos decidieron elevarse y emprender el viaje de vuelta hacia los Maitenes.
PRIMER GRUPO RESCATADO: Canessa, Parrado, Daniel Fernández, Mangino, Inciarte, Carlos Paez, E. Strauch, Algorta. 22/12/72. A las 13hs se realizó rescate, de allí, los helicópteros volaron hacia Los Maitenes, y luego al Hospital San Juan de Dios en San Fernando. 23/12/72. A las 11hs se realizó una misa en el hospital San Juan de Dios. A las 13hs, Inciarte y Mangino fueron llevados a Posta central de Santiago. A los otros seis sobrevivientes los trasladaron al Sheraton, donde luego se encontraron con seis de los chicos que habían sido rescatados un día mas tarde. 24/12/72. Inciarte y Mangino fueron al Sheraton. Ese día (vísperas de Navidad) se encontraron nuevamente los 16.
SEGUNDO GRUPO RESCATADO: Methol, Harley, François, Sabella, Zerbino, Delgado, Vizintin, A. Strauch. 22/12/72. Debieron esperar en los restos del Fairchild a que los helicópteros volviesen por ellos al día siguiente. 23/12/72. A las 10hs se realizó el segundo rescate, de allí, los ocho sobrevivientes fueron llevados a Los Maitenes, desde donde volaron hacia el regimiento de Colchagua. A las 16hs los llevaron a Posta Central en Santiago. A Harley y a Methol los internaron en la misma habitación en la que Inciarte y Mangino estaban ya hacía un día. A las 19hs los otros seis fueron llevados al Sheraton donde se encontraron con el grupo de sobrevivientes rescatados el día anterior. 24/12/72. Harley y Methol junto a Inciarte y Mangino fueron al Sheraton y finalmente se encontraron todos para festejar la navidad.
22 de Diciembre de 1972 Momentos del rescate.
Roberto Canessa , Sergio Catalán (El Arriero ) y Fernando Parrado
El país de los niños
VIVEN: la tragedia de los Andes
El 13 de octubre de 1972, un avión uruguayo que transportaba un grupo de jóvenes jugadores de ruggby, se estrelló en la cordillera de los Andes.
A partir de este momento comienza la tragedia y el llamado “milagro”, cuando dos de ellos: Canessa y Parrado, logran atravesar las elevadas montañas nevadas y luego de 72 días infernales, se realiza el rescate de 16 sobrevivientes (el total de pasajeros era 45, los demás murieron).
A partir de este momento comienza la tragedia y el llamado “milagro”, cuando dos de ellos: Canessa y Parrado, logran atravesar las elevadas montañas nevadas y luego de 72 días infernales, se realiza el rescate de 16 sobrevivientes (el total de pasajeros era 45, los demás murieron).
El valor del trabajo en equipo aprendido en las reglas de juego del ruggby, fue lo que permitió a los valientes jóvenes que emprendieron la travesía, a salvar al resto. Actuaron en equipo, compartieron y repartiendo tareas. Es destacable que jovencitos de 18 años (promedio) hicieran frente y soportaran semejante situación.
Parrado confiesa que aprendió en la cordillera que “hay vida después de la tragedia” y nos enseña que lo más importante en la vida son los afectos, el amor a los seres queridos y a los amigos.
Seguramente en casa conozcan esta historia, muy probablemente tus abuelos la recuerden bien. Pídeles que te cuenten todo, lo que la gente se solidarizó y el trabajo incansable de los padres de ese grupo de chicos, que mantuvieron siempre la esperanza de encontrarlos.
Es una historia que nos marcó como uruguayos, tanto que importantes directores de cine han realizado la película. El libro “Viven” está en mucho de los hogares uruguayos.
Parrado confiesa que aprendió en la cordillera que “hay vida después de la tragedia” y nos enseña que lo más importante en la vida son los afectos, el amor a los seres queridos y a los amigos.
Seguramente en casa conozcan esta historia, muy probablemente tus abuelos la recuerden bien. Pídeles que te cuenten todo, lo que la gente se solidarizó y el trabajo incansable de los padres de ese grupo de chicos, que mantuvieron siempre la esperanza de encontrarlos.
Es una historia que nos marcó como uruguayos, tanto que importantes directores de cine han realizado la película. El libro “Viven” está en mucho de los hogares uruguayos.
WIKIPEDIA
Vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya | |
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Foto del lugar del desastre, donde se divisan algunos supervivientes | |
Fecha | 13 de octubre de 1972-23 de diciembre de 1972 |
Causa | Error de navegación |
Lugar | Glaciar de las Lágrimas, Distrito Malargüe,Departamento Malargüe,Mendoza, Argentina, a 3500 msnm en los Andes, próximo a la frontera con Chile. |
Coordenadas | Coordenadas: mapa) ( |
Origen | Aeropuerto Internacional de Carrasco |
Destino | Aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merino Benítez |
Fallecidos | 29 |
Implicado | |
Tipo | Fairchild Hiller FH-227D |
Operador | Fuerza Aérea Uruguaya |
Pasajeros | 40 |
Tripulación | 5 |
Sobrevivientes | 16 |
El accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, conocido popularmente como el «Milagro de los Andes», ocurrió el 13 de octubre de1972, cuando el avión militar con 40 pasajeros y cinco tripulantes que conducía al equipo de rugby Old Christians, formado por alumnos del colegio uruguayo Stella Maris, se estrelló en la cordillera de los Andes de Mendoza, Argentina, a 3500 msnm, en ruta hacia Santiago de Chile.
Contenido[ocultar] |
[editar]El accidente
El 12 de octubre el avión Fairchild Hiller FH-227 perteneciente a la Fuerza Aérea Uruguaya partió del Aeropuerto Internacional de Carrascotransportando al equipo de rugby del club de ex alumnos del Colegio Stella Maris de Montevideo, que se dirigía a jugar un partido contra el Old Boys de Santiago de Chile. Se desarrollaba en ese momento un frente de inestabilidad en todo el sector de la cordillera central.
Al mando del aparato estaba el coronel Julio César Ferradas, y su copiloto, el teniente coronel Dante Lagurara, al mando de los controles del avión. Además, completando la tripulación, iban el navegante, teniente Ramón Saúl Martínez, el sobrecargo Ovidio Ramírez y el mecánico Carlos Roque.
Este tipo de avión tiene la particularidad de volar con la cola más baja que la nariz, como el vuelo de un ganso. Su techo máximo es de 6800 msnm y su velocidad de 437 km/h.
El mal tiempo les obligó a detenerse en el aeropuerto El Plumerillo, en la ciudad de Mendoza, Argentina, donde pasaron la noche. Al día siguiente, el frente persistía, pero debido a la premura del viaje y hechas las consultas pertinentes, se esperó sólo hasta la tarde, cuando amainaron levemente las condiciones de tormenta.
El vuelo continuó por la tarde del 13 de octubre despegando a las 14:18 (hora local) con destino a Santiago de Chile. La ruta a seguir sería víaPaso del Planchón entre las ciudades de Malargüe (Argentina) y Curicó (Chile).
El avión ascendió hasta los 6000 msnm volando en dirección sur manteniendo la cordillera a su derecha. Contaban con un viento de cola de 20 a 60 nudos.
A las 15:08 comunicaron su posición a la estación de control de Malargüe girando en dirección noroeste hasta volar por la ruta aérea G17 sobre la cordillera.
Lagurara estimó que alcanzarían Planchón — el punto de las montañas donde se pasaba del control de tránsito aéreo de Mendoza al de Santiago— a las 15:21 horas. Un mar de nubes blancas se extendía por debajo de ellos.
Todo iba bien, sin embargo hubo un cambio de suma importancia, la dirección y sentido de los vientos cambiaron de modo que el Fairchild pudo ver reducida su velocidad de crucero de 210 a 180 nudos.
Dado que el paso estaba cubierto por nubes, los pilotos estimaron en base al tiempo habitual empleado para cruzar el mismo. Sin embargo, no tuvieron en cuenta los fuertes vientos en contra que desaceleraron el avión y el consiguiente aumento de tiempo necesario para completar la travesía.
A las 15:21 Lagurara informó a los controladores aéreos de Santiago de Chile que sobrevolaban el Paso del Planchón y que calculaba alcanzarían Curicó a las 15:32.
Unos tres minutos más tarde, el Fairchild comunicó de nuevo con Santiago informando que divisaban Curicó. El avión tomó entonces rumbo norte.
La torre de control de Santiago dio por buena la posición comunicada por Lagurara autorizándole a descender a los 3500 msnm dando por hecho que se dirigía hacia el aeropuerto de Pudahuel al oeste de Santiago de Chile cuando en realidad se adentraban en la cordillera en las inmediaciones del volcán Tinguiririca en la provincia de San Fernando.
Dicho error de más de 100 km dificultó posteriormente las tareas de rescate.
Contando con autorización, el Fairchild comenzó el descenso apoyado por instrumentos entre la niebla de una tormenta en desarrollo mientras todavía se encontraban sobre las montañas. Descendió 1000 m. A esa altura el Fairchild entró en una nube y comenzó a dar sacudidas.
El aparato descendió varios cientos de metros de golpe al atravesar varios pozos de aire. Ante esta situación, no faltó quien hiciera chistes sobre el incidente, o quien alzara los brazos y vitoreara como en una montaña rusa, o se aventara un balón de rugby.
La serie de descensos bruscos hicieron que el avión perdiera más altitud (perdió casi 1500 m), momento en el que muchos de los pasajeros cayeron en la cuenta de que el ala del avión estaba muy cerca de la montaña. Dudaron si aquello era normal. Unos momentos después, los pasajeros se miraban unos a otros con terror, otros rezaban, al ver que estaban a unas decenas de metros de las laderas de un encajonado, esperando el inevitable choque del avión.
El Fairchild descendió aún más y se metió en un largo cajón de elevados riscos en medio de una nube neblinosa. Repentinamente, la niebla se abrió, al tiempo que los pilotos vieron cómo su aeroplano estaba en rumbo frontal de colisión, con la parte final del cajón cerrada por un alto farallón, el cerro Seler. La alarma de colisión dentro de la cabina se activó, lo que alarmó a pasajeros y tripulación.
La aeronave se enfrentó a un alto farallón que el comandante Lagurara a duras penas y mediante un extraordinario esfuerzo físico pudo salvar por un par de metros; pero golpeó la cola en la orilla del farallón en un pico sin nombre (posteriormente bautizado Cerro Seler, por Nando Parrado en honor a su padre), situado entre el cerro El Sosneado y el volcán Tinguiririca, cerca de la frontera entre Argentina y Chile, pero del lado argentino.
El aparato golpeó una segunda vez un risco del pico a 4200 msnm, perdiendo el ala derecha, que fue lanzada hacia atrás con tal fuerza que cortó la cola del aparato a la altura de la ventanilla Nº 8 de 10 por el lado de babor y Nº 7 por el lado de estribor. Al desprenderse la cola con el estabilizador vertical, quedó abierto tras sí el interior en la parte posterior del fuselaje. De este desprendimiento, salieron al menos dos filas de asientos y al impactar contra la montaña, murieron instantáneamente cinco personas, incluido el sobrecargo, que iban todavía atadas a sus asientos de la cola.
Al golpear el avión por tercera vez en un segundo pico, perdió el ala izquierda, quedando en vuelo únicamente su fuselaje, a manera de proyectil. Éste, aún con bastante velocidad, golpeó tangencialmente el terreno nevado y resbaló por una amplia ladera nevada y empinada de más de 4 km de largo hasta detenerse en un banco de nieve. Dos pasajeros más, atados aún a sus asientos, salieron despedidos por el boquete posterior.
El sitio donde quedó el avión es una pendiente de los Andes que mira al este, a 3500 msnm, en el glaciar de las Lágrimas, en la alta cuenca del río Atuel, Mendoza en el centro-oeste de laArgentina; se ubica en el Distrito Malargüe, Departamento Malargüe, muy próximo al límite con el distrito El Sosneado, San Rafael. Dicho lugar está a solo 1200 m de la frontera argentino-chilena, pero a mucha menor altura, pues ésta allí alcanza altitudes de hasta 4770 msnm.
El golpe de la nariz del avión contra el banco de nieve resultó fatal para los tripulantes de cabina. La fuerza del golpe hizo que el tren de aterrizaje delantero, todavía en su pozo, comprimiera fuertemente la cabina del avión hacia atrás, atrapando a sus ocupantes contra el panel de instrumentos. Lagurara quedó con su cabeza fuera de la ventanilla y con su pecho comprimido contra el fuselaje en el interior.
Los pasajeros que quedaron dentro del fuselaje, por la inercia, fueron comprimidos en sus asientos hacia la parte frontal de éste, que se elevó hasta casi tocar el techo. Algunos de los fallecidos quedaron comprimidos entre asientos o atrapados por ellos mismos. Algunos pasajeros sufrieron traumatismo craneoencefálico (TCE), lo que provocó su muerte, mientras que otros quedaron atrapados en sus asientos sin posibilidad de zafarse. Para el resto, el golpe fue amortiguado. Increíblemente, algunos pasajeros resultaron ilesos o con tan sólo heridas leves. Hubo otros pasajeros con heridas internas graves que fallecieron en horas posteriores. De inmediato, Marcelo Pérez, el capitán del equipo de rugby, organizó a los ilesos para ayudar a liberar a los que seguían atrapados y a los heridos, despejando el fuselaje para prepararse para la noche. Uno de los sobrevivientes salió por atrás del fuselaje y a tientas entre la nieve y el fuselaje se acercó al piloto agonizante. Lagurara solicitó agua, a lo que el sobreviviente le acercó nieve a la boca. Entonces, empezó a decir: «Anota, estamos en Curicó, anota...». Entonces, Lagurara le pidió tomar el revólver de la cabina y que le disparara, cosa que no ocurrió.
El piloto Julio Ferradas murió víctima de un TCE y el copiloto Dante Lagurara murió tras agonizar toda la noche, al amanecer del día siguiente.
[editar]Supervivencia de 72 días
De las 45 personas en el avión, trece murieron en el accidente o poco después (entre ellos 4 de los 5 miembros de la tripulación); otros cuatro habían fallecido a la mañana siguiente, y el octavodía, murió una pasajera de nombre Susana Parrado debido a sus lesiones.
Los 27 restantes tuvieron que enfrentarse a duras condiciones ambientales (-25 a -42 °C) de supervivencia en las montañas congeladas, aún en plena época de nevadas, en medio de la primavera austral. Durante varios días las partidas de rescate intentaron localizar los restos del avión sin éxito. Incluso algunos aviones estuvieron cerca del lugar, pero muy alto para poder encontrarlos.
Muchos de los sobrevivientes habían sufrido diversas lesiones cortantes o moretones y carecían de calzado y ropa adecuada para el frío y la nieve. Se organizaron para resistir las duras condiciones imperantes.
A pesar de las condiciones y el grado de debilidad y aletargamiento, los sobrevivientes liderados por el estudiante de medicina, Roberto Canessa, quien propuso soluciones para todo, fabricó además elementos y utensilios ingeniosos tales como alambiques, guantes (con los forros de los asientos del avión, que se desprendían con facilidad), botas (con los cojines de los mismos) para evitar hundirse en la nieve al querer trasladarse, y anteojos (con el plástico tintado) para resistir el frío y el encandilamiento de la nieve.
La mayoría de los sobrevientes dormían con un par de pantalones, tres o cuatro suéteres, tres pares de calcetines, y algunos se tapaban la cabeza con una camisa para conservar el aliento. Para evitar la hipotermia, en las noches más frías, se daban masajes para reactivar la circulación e intentaban mantener la temperatura corporal en contacto entre sí. Algunos preferían dormir descalzos para evitar golpear a alguien con sus zapatos.
La búsqueda se suspendió ocho días después del accidente. En el undécimo día en la montaña los supervivientes escucharon por una radio de pilas, con consternación, que se había abandonado la búsqueda.
La noche del 29 de octubre, a 16 días ya de la caída, una nueva tragedia se cernió sobre el resto del avión y sus ocupantes. En la noche, a eso de las 23:00 un alud se deslizó y sepultó los restos del Fairchild FH-227D, ingresando por el boquete de la parte posterior, arrasando el muro provisional y sepultando a quienes dormían en su interior, salvo a un joven, Roy Harley, quien desesperadamente comenzó a cavar en busca de los que yacían bajo la nieve. Pese a los desesperados intentos de rescate por sus compañeros, ocho personas murieron asfixiadas bajo la nieve, incluyendo al capitán del equipo Marcelo Pérez y al último pasajero de sexo femenino, Liliana Navarro de Methol. No obstante, el enterramiento del fuselaje permitió al resto de los sobrevivientes no morir congelados más adelante.
En esta nueva situación las condiciones de supervivencia se endurecieron aún más. Apenas disponían de espacio en el interior, contando con menos de un metro hasta el techo solo en la parte delantera del fuselaje. Se percataron suficientemente a tiempo de la carencia de oxígeno al ver que la llama de un mechero tendía a apagarse. Nando Parrado, localizó un vara con la que golpeó el techo del fuselaje hasta conseguir hacer un agujero, pero la capa de nieve por encima del fuselaje le obligó a seguir perforando hasta llegar a la superficie por donde finalmente pudo entrar el oxígeno que necesitaban.
Podían sentir como en el exterior se estaba desarrollando un duro temporal del cual se protegerían en el interior del fuselaje, sin embargo carecían del alimento que almacenaban fuera del mismo. Esto les obligó a hacer uso de alguno de los cuerpos de sus compañeros fallecidos en el alud que se encontraban en el interior. Este hecho les condicionó en el modo en que posteriormente ubicarían a los cuerpos, tendiendo en cierta medida a dispersarlos pensando que así facilitarían más su disponibilidad ante situaciones inadvertidas.
A mediados de noviembre, fallecieron dos jóvenes más, (Arturo Nogueira y Rafael Echevarren), a causa de la infección de sus heridas, gangrena. El 11 de diciembre, moriría la 29º y última víctima del accidente por la misma causa (Numa Turcatti).
Los supervivientes disponían apenas de alimentos. A pesar de que durante los días posteriores al accidente racionaron la comida disponible, pronto se mostró insuficiente. En el lugar donde se habían estrellado no había vegetación ni animales de los que pudieran alimentarse, el terreno era suelo desnudo de nieves perpetuas.
El grupo pudo sobrevivir durante 72 días y no morir por inanición gracias a la decisión grupal de alimentarse de la carne de sus compañeros muertos (práctica denominada antropofagia), quienes estaban enterrados en las afueras del fuselaje. No fue una decisión fácil de tomar, y en un principio algunos rechazaron hacerlo, si bien pronto se demostró que era la única esperanza de sobrevivir, muchas consideraciones pasaron por el tema religioso católico. Pronto se impuso la regla (o exigencia), de no utilizar como alimento a ningún familiar cercano, ni tampoco a algún fallecido de sexo femenino, como el caso de las dos mujeres.
En un primer momento quisieron utilizar la radio de la cabina para pedir auxilio, pero carecía de energía, pues la batería estaba en la cola que ellos habían creído divisar 2 km más arriba. Varios de los supervivientes intentaron localizar la sección de cola que había sido arrancada a raíz del primer impacto, esperando poder recuperar las baterías que se encontraban en esa parte del avión. Cuando por fin llegaron a la sección de cola, ubicada a la distancia que habían supuesto, vieron que las baterías resultaban excesivamente pesadas (cerca de 23 kg cada una), para trasportarlas hasta el fuselaje del avión, por lo que decidieron desmontar la radio de la cabina y llevarla hasta la cola del avión; la batería estaba en buen estado. Además en algunas valijas hallaron chocolates y licores.
A pesar de todos sus esfuerzos no lograron comunicarse con el exterior pues un cortocircuito originado debido al desconocimiento, dañó irreparablemente la radio. Junto con el hallazgo de la cola, también hallaron los cuerpos de dos pasajeros enterrados y aún unidos a sus asientos por los cinturones de seguridad.
El extremo frío de la alta montaña era el peor enemigo que debían afrontar los sobrevivientes, sin embargo, gracias a estas temperaturas se podía conservar adecuadamente la carne y se impedía por completo el desarrollo de las infecciones que podrían haber producido los microorganismos que estaban en ese momento ausentes debido a estas condiciones, aún ya habiendo comenzado el verano austral en la última etapa.
[editar]El rescate
Para comienzos de diciembre de 1972, el deshielo dejó al descubierto el fuselaje nuevamente y los sobrevivientes pudieron disfrutar de días soleados, bañados con los cálidos rayos del sol. Los supervivientes finalmente vieron que su única esperanza consistía en ir a buscar ayuda. El 12 de diciembre de 1972, Nando Parrado, Roberto Canessa y Antonio Vizintín parten en busca de ayuda.
Al creer en todo momento que se encontraban ya en territorio chileno, es decir, en el lado occidental de la cordillera andina, tomaron la errada decisión de caminar rumbo al poniente, teniendo que encarar el cruce del encadenamiento principal de los Andes sin medios, preparación, ni fuerzas adecuadas. Si la marcha se hubiese efectuado hacia las pampas argentinas, el esfuerzo habría sido muy inferior, pues allí el terreno rápidamente desciende hacia el oriente, logrando arribar a los primeros criadores de cabras y ovejas en un recorrido mucho más acotado y asequible. En particular a unos 21 kilómetros en línea recta se encuentra el Hotel Termas del Sosneado que en aquellos días albergaba víveres y se encontraba custodiado por una persona con ayuda de la cual probablemente les hubiera sido mucho más fácil encontrar la civilización. La gran altitud del cerro Sosneado y la ubicación errónea facilitada por el miembro de la tripulación moribundo en la cabina, les desorientó completamente.
El tercer día de marcha, Antonio resbala y se crea una lesión, por lo que deciden enviarlo de vuelta. También le pidieron dejar su ración de carne, ya que el trayecto sería más largo de lo calculado.
Diez días después de partir de los restos del fuselaje, y habiendo caminado unos 55 km aproximadamente, llegan a la precordillera curicana del sector de Los Maitenes. Recorren un río para vadearlo por casi día y medio y no pueden lograrlo por la crecida del deshielo. Canessa comienza a sentirse enfermo, por lo que Nando debe llevar las dos mochilas. La carne que llevaban consigo comenzó a descomponerse rápidamente debido al aumento significativo de la temperatura de la precordillera. Al amanecer del día siguiente, ven en la otra orilla a un huaso chileno que los observa. Nando intenta comunicarse con el pero el fragor del río no lo permite, entonces el huaso ata hojas de papel y un lápiz a una piedra y la lanza sobre el río, Nando a duras penas, por su debilidad, logra hacerle llegar un mensaje escrito donde dicen ser sobrevivientes de un avión siniestrado, el mensaje decía:
Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Hace 10 días que estamos caminando. Tengo un amigo herido arriba. En el avión quedan 14 personas heridas. Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos cómo. No tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar arriba? Por favor, no podemos ni caminar. ¿Dónde estamos?”
Al reverso, una última nota, con lápiz labial: ¿Cuándo viene?
El arriero quien resultó ser Sergio Catalán, entiende el mensaje, les lanza un poco de pan y se dirige al retén de Puente Negro a cargo de Carabineros de Chile con el capitán Courbis al mando, es el más próximo (a diez horas de marcha) y da la noticia. Luego de ello, una patrulla de Carabineros se dirige al sector y le brindan ayuda.
En aquel día del 22 de diciembre, los pilotos chilenos Carlos García, Jorge Massa y Mario Ávila se preparaban para volar en un DC-6 a Punta Arenasentonces recibieron incrédulos la noticia de que habían aparecido sobrevivientes del avión uruguayo extraviado hace más de dos meses en la cordillera.
Se habían realizado por parte de la FACH, hasta suspenderse la búsqueda, 66 misiones sin resultados.
Carlos García, solicitó tres helicópteros Bell UH-1 e inmediatamente se trasladaron hacia el sector Los Maitenes de Curicó para organizar de inmediato el rescate. Había un gran inconveniente, se había levantado una densa niebla y eso en circunstancias normales habría frenado la tarea de rescate, pero se decidió proseguir a pesar de que la visibilidad no era mayor a 100 m.
Una vez en Los Maitenes, los rescatistas interrogaron a Parrado y a Canessa. La niebla se levantó a eso de las 12:00 y Parrado sirvió de guía a los helicópteros, Parrado abordó el UH-89 con García al mando, y fue seguido por el UH-91 a cargo de Massa, con un equipo del SAR (Servicio Aéreo de Rescate). El tercer aparato quedó en reserva en el lugar que ya estaba siendo invadido por periodistas.
El UH-89 y el UH-91 remontaron con gran dificultad las alturas debido a la escasez de corrientes cálidas y falta de aire suficiente para el correcto funcionamiento de los rotores.
Una vez a la vista el sitio del accidente, los pilotos chilenos comprendieron que el rescate iba a ser muy difícil debido a la pendiente del terreno, pero mientras los 14 sobrevivientes saltaban jubilosos y gritaban de alegría.
Cuando aterrizaron sobre un solo Skid para afirmarse en la nieve, los rescatistas del SAR descendieron mientras los sobrevivientes intentaban abordar los helicópteros, hubo instantes de angustia ya que el peso de los famélicos sobrevivientes excedía el peso de levante del diseño del UH-Bell, por lo que hubo que bajar a algunos llegando incluso a usarse la fuerza bruta para evitar un nuevo desastre en el lugar.
Se rescataron a siete de ellos en ambos aparatos, el resto se tuvo que quedar una noche más en compañía de los miembros del SAR. No pudieron ser transportados todos ellos debido a que el UH-Bell rescatista había llegado a su máximo peso, obligando a algunos supervivientes a pernoctar una vez más en la montaña. Esa noche algunos de los rescatistas pasaron la noche en el fuselaje destrozado.
Uno de los miembros del SAR que estuvo con este resto, contaría más tarde: -" el avión estaba partido y sin alas, el piloto aún estaba en su puesto, pero su cabeza había desaparecido y solo quedaba el muñón de la columna asomándose por la ventanilla, había escenas de canibalismo evidente, ya que alrededor y debido al deshielo, dejaba entrever restos humanos"-
Tras ser rescatados la totalidad por helicópteros son trasladados a Santiago para ser atendidos por médicos. Los equipos de rescate contaron 11 cuerpos descuartizados, y los demás en calidad de reserva. Los rostros de los sobrevivientes muestran las penurias padecidas y un color amarillo-rosado extraño, con la piel pegada a los huesos.
Roberto Canessa describiría así el momento del impacto:
-" Recuerdo un poco el impacto...Me golpeé la cabeza y además me quedó un ojo hinchado, el impacto no fue tan fuerte como debiera haber sido...el avión empezó a deslizarse y se fue frenando, así el golpe no fue tan intenso... Fuente: Roberto Canessa al periodista Jorge Abasolo-El Mercurio (diciembre de 2007)
A pesar de las dudas iniciales, los sobrevivientes pronto reconocen y justifican que han debido recurrir a la antropofagia para poder sobrevivir. En un principio lo negaron, alegando que en Mendoza adquirieron grandes cantidades de chocolates, conservas, queso y licores. Pero el hecho quedo al descubierto cuando los diarios chilenos El Mercurio y La Tercera de la Horapublicaron fotografías de restos humanos cerca del fuselaje, tomadas por el Cuerpo de Socorro Andino (CSA) y que no se habían dado a conocer. Los supervivientes se vieron obligados a dar una conferencia de prensa para hablar del asunto. Agradecieron profundamente la comprensión de familiares de los fallecidos, quienes los apoyaron en todo momento: "Ellos (los familiares) dijeron que menos mal que había 45 para que podamos tener 16 hijos de vuelta. Nos quieren como hijos. Supongo que en su yo más íntimo cuando nos ven piensan por qué sobrevivimos nosotros y no sus hijos. Es un sentimiento humano lógico".1
[editar]Cronología resumida
[editar]Octubre de 1972
- Jueves, 12 de octubre - Día 0 (cero)
- Parte el avión con 40 pasajeros y 5 tripulantes
- Viernes, 13 de octubre - Día 1
- Se estrella el avión. 7 pasajeros salen despedidos y 6 fallecen en el choque. Hay 32 supervivientes.
- Sábado, 14 de octubre - Día 2
- 4 personas más mueren durante la madrugada y el día. (Muertos: 10, Desaparecidos: 7, Supervivientes: 28)
- Sábado, 21 de octubre - Día 9
- Muere Susana Parrado. (Muertos: 11, Desaparecidos: 7, Supervivientes: 27)
- Martes, 24 de octubre - Día 12
- Una expedición localiza a 6 de los 7 desaparecidos (excepto a Carlos Valeta). (Muertos: 17, Desaparecidos: 1, Supervivientes: 27)
- Domingo, 29 de octubre - Día 17
- 8 personas mueren por la avalancha. (Muertos: 26, Supervivientes: 19)
[editar]Noviembre de 1972
- Miércoles, 15 de noviembre - Día 34
- Muere Arturo Nogueira. (Muertos: 27, Supervivientes: 18)
- Sábado, 18 de noviembre - Día 37
- Muere Rafael Echavarren. (Muertos: 28, Supervivientes: 17)
[editar]Diciembre de 1972
- Lunes, 11 de diciembre - Día 60
- Muere Numa Turcatti. (Muertos: 29, Supervivientes: 16)
- Miércoles, 20 de diciembre - Día 69
- Sergio Catalán localiza a Canessa y Parrado.
- Jueves, 21 de diciembre - Día 70
- Canessa y Parrado son rescatados. (Rescatados: 2, Supervivientes: 14)
- Viernes, 22 de diciembre - Día 71
- 6 de los supervivientes son rescatados. Los 8 restantes tendrán que esperar una noche más. (Rescatados: 8, Supervivientes: 8)
- Sábado, 23 de diciembre - Día 72
- Los 8 supervivientes restantes son rescatados. (Rescatados: 16)
[editar]Sepultura de las víctimas
Un mes más tarde, una expedición por tierra y aire llega al lugar del accidente. Los restos de los fallecidos fueron enterrados en un lugar situado a ochocientos metros del avión, sin riesgo de aludes. Sobre la tumba se colocó una cruz de hierro en honor de las víctimas. Sobre ella, escrito en el metal, de un lado aún se puede leer: "El mundo a sus hermanos uruguayos", y por el otro: "Más cerca, oh Dios, de ti." Lo que quedó del fuselaje fue quemado para frustrar a los buscadores de curiosidades.
[editar]Excursiones al Glaciar de las Lágrimas
Todos los veranos cientos de personas de todas partes del mundo visitan el lugar como una forma de rendir un justo homenaje a las víctimas y sobrevivientes, e intentar comprender in situ la magnitud de la proeza.
La travesía es de 3 días. Se parte en vehículos todo terreno desde el pueblo de El Sosneado hasta el Puesto Araya, próximo al abandonado hotel Termas de El Sosneado. Desde allí se marcha en caballos y mulares, pasando la noche en un campamento en la montaña. A la mañana siguiente, se trepan hasta los 3500 msnm, llegando hasta el Glaciar las Lágrimas donde se encuentran los restos de la tragedia. Allí los guías narran como fue la dura experiencia.2
El lugar contiene aún evidencias físicas del accidente aéreo. El avión fue quemado con gasolina tras dar sepultura a las víctimas. También se colocó una cruz conmemorativa en el lugar de los hechos.
[editar]Supervivientes
Fueron 16 los supervivientes, ninguno de ellos tripulante, y solo cinco jugadores del Club Old Christians:
- Pedro Algorta, 21 años al momento del rescate
- Roberto Jorge Canessa Urta, 19
- Alfredo Daniel "Pancho" Delgado Salaberri, 25, cumplidos en la cordillera
- Daniel Fernández Strauch, 26
- Roberto Fernando Jorge "Bobby" François Álvarez, 21, cumplidos en la cordillera
- Roy Alex Harley Sánchez, 20
- José Luis Nicolás "Coche" Inciarte Vázquez, 24
- Álvaro Mangino Schmid, 19
- Javier Alfredo Methol Abal, 38
- Carlos Páez Rodríguez, 19, cumplidos en la cordillera
- Fernando Seler "Nando" Parrado Dolgay, 23, cumplidos en la cordillera
- Ramón Mario "Moncho" Sabella Barreiro, 21
- Adolfo Luis "Fito" Strauch Urioste, 24
- Eduardo José Strauch Urioste, 25
- Antonio José "Tintin" Vizíntin Brandi, 19
- Gustavo Zerbino Stajano, 19
[editar]Fallecidos
Fueron 29 los fallecidos, incluyendo a los 5 tripulantes.
- Francisco Domingo Abal Guerault, 21
- Gastón Costemalle Jardi, 23
- Rafael Echavarren Vázquez, 22
- Coronel Julio César Ferradás Benítez, 39, piloto
- Guido José Magri Gelsi, 23
- Jorge Alexis Hounié Sere, 20
- Teniente coronel Dante Héctor Lagurara Guiado, 41, copiloto
- Felipe Horacio Maquirriain Ibarburu, 22
- Graciela Obdulia Augusto Gumila de Mariani, 43
- Julio Martínez Lamas, 24
- Teniente Ramón Martínez Rezende, 30, navegante
- Daniel Agustín Maspons Rosso, 20
- Juan Carlos Menéndez Villaseca, 22
- Liliana Beatriz Navarro Petraglia de Methol, 34
- Esther Horta Pérez de Nicola, 40
- Francisco Nicola Brusco, 40
- Gustavo Diego Nicolich Arocena, 20
- Arturo Eduardo Nogueira Paullier, 21
- Eugenia Dolgay Diedug de Parrado, 50
- Susana Elena Alicia Parrado Dolgay, 20
- Marcelo Pérez del Castillo Ferreira, 25
- Enrique Platero Riet, 22
- Sargento Ovidio Joaquín Ramírez Barreto, 26, asistente de vuelo
- Sargento Carlos Roque González, 24, mecánico
- Daniel Gonzalo Shaw Urioste, 24
- Diego Storm Cornah, 20
- Numa Turcatti Pesquera, 24
- Carlos Alberto Valeta Vallendor, 18
- Fernando Vásquez Nebel, 20
[editar]Adaptaciones
[editar]Libros
- 2008: Pablo Vierci. La sociedad de la nieve . Editorial Sudamericana
- 2007: Carlitos Páez (con Miguel Ángel Campodónico). Después del día diez. Alienta Editorial
- 2006: Fernando Parrado (con Vince Rause). Milagro en los Andes, 72 días en las montañas y mi largo viaje a casa.
- 1974: Piers Paul Read.
Otros autores
- Serge Soiret. "La verdad sobre el milagro de los Andes",
- Alfonso Alcalde:
- "Vivir o morir: El drama de los resucitados de las nieves"
- "Vengo de un avión que cayó en las montañas"
- Óscar Vega. "San Fernando, Chile, urgente"
- Héctor Suane. "El milagro de los Andes",
- Clay Blair Jr. "Survive", (llevada al cine, en una producción mexicana, el año 1975)
- Enrique Hank López. "They lived on human flesh"
- Carlos Páez Vilaró . "Entre mi hijo y yo, la luna",
- Rodolfo Martínez Ugarte. "Para que otros puedan vivir",
- Richard Cunningham. "The Place Where the World Ends".
- 2007, Jorge Balocchi Carreño - Pedro Marchant V. "Participación colchaguina en El milagro de los Andes" [1]
[editar]Películas
- 2007: Stranded: I've Come from a Plane That Crashed on the Mountains (La Sociedad de la Nieve)
- 2006: Alive: Back to the Andes
- 1993: Viven: El Milagro de Los Andes, en inglés titulada Alive: The Miracle of the Andes.
- 1993: Alive: 20 Years Later
- 1976: Supervivientes de los Andes, en inglés titulada Survive!.
[editar]Los supervivientes en el siglo XXI
En 2007, el arriero chileno Sergio Catalán fue entrevistado por la televisión chilena acerca de una dolencia a su pierna (artrosis de cadera) que le dejaría inválido, pero gracias a la prensa, el ahora doctor Canessa y el círculo de sobrevivientes de los Andes acudieron en ayuda de él como un modo de agradecimiento por su valiosa ayuda.3
Roberto Canessa es hoy en día un reconocido cardiólogo. Jamás ha dejado de expresar sus agradecimientos por el rescate.
El 4 de septiembre de 2010, cuatro supervivientes de esta tragedia llegaron a Chile a saludar a los mineros de la mina de San José y a sus familias y les dedicaron unas palabras de aliento y optimismo.4
En octubre de 2012 se conmemoran los 40 años de este intenso acontecimiento.5
[editar]Véase también
[editar]Referencias
- ↑ 20 minutos (3 de mayo de 2006). «Nando Parrado». Consultado el 6 de octubre de 2011.
- ↑ «Cabalgata al Glaciar de las Lágrimas». Consultado el 13 de octubre de 2010.
- ↑ Viven (15 de octubre de 2007). «El corazón de los Andes». Consultado el 6 de octubre de 2011.
- ↑ Radio Cooperativa (2 de septiembre de 2010). «Sobrevivientes de Los Andes viajarán a saludar a mineros atrapados». Consultado el 6 de octubre de 2011.
- ↑ «40 años de la tragedia de los Andes». LR21 (12-10-2012).
[editar]Bibliografía
- (El rescate): Reportaje El Mercurio-16/12-2007:-"Lo que falta saber sobre la tragedia"- Cuerpo D, páginas D-20 y D-21.
- Fernando Seler Parrado: Milagro en los Andes.
Muy buen trabajo sigan asi
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