Un 30% de los presuntos ajustes de cuentas cometidos este año no se ha aclarado mientras que el porcentaje del total de homicidios aún impunes es de 6,5%. El ministro Bonomi dijo que investigar los "ajustes" es más complejo para los policías.
La jueza penal de Maldonado, Marcela Vargas, dijo a El País en la edición del pasado viernes que logró aclarar dos ajustes de cuentas y un intento de asesinato cometidos por un menor de 17 años apodado "el Carancho" gracias a la investigación "a pedal" que llevó adelante la sede judicial y la fiscalía, y puntualizó que si bien la Policía fue eficaz en el cumplimiento de todo lo que le fue solicitado, no tuvo la iniciativa, actitud que contrastó con otros casos. También señaló que en los ajustes existe la idea de que son "muertos de segunda" porque son marginales o delincuentes.
En Montevideo los representantes del Poder Judicial son más cautos. Quienes acceden a hablar destacan la labor de la Policía y reconocen la complejidad que revisten los ajustes de cuentas porque deben enfrentarse a "códigos de silencio" y procedimientos más "profesionales". Otros magistrados consultados por El País, que pidieron anonimato, reconocen que en los ajustes no se pone "el mismo calor" y que existe un concepto "diferente" sobre las víctimas. Señalaron que el peso de la investigación recae sobre el juzgado y la Policía se limita a cumplir lo que se le ordena.
El ministro Eduardo Bonomi dijo a fines de noviembre que había 85 homicidios que presuntamente fueron ajustes de cuentas, de los cuales 60 fueron aclarados plenamente. El porcentaje de impunes es de 30%. Según cifras oficiales, en los últimos cinco años hubo 1.247 homicidios, de los cuales solamente 80 están sin aclarar, un 6,5% del total. Bonomi dijo que constituye el índice más bajo de crímenes sin resolver de toda América. Las cifras revelan que en el caso de los ajustes de cuentas los impunes son cinco veces más que en los homicidios comunes.
Sobre las declaraciones de la jueza Vargas, ayer Bonomi sostuvo que "los homicidios son algo general y los ajustes de cuentas son una forma particular de asesinato. No entiendo cuál es el razonamiento de la magistrada". Señaló que homicidios ocurridos en la familia, entre vecinos o compañeros de trabajo "dejan una serie de elementos" que facilitan más el trabajo investigativo que los ajustes de cuentas que se producen entre conocidos que se esconden de la Policía.
Explicó que, en los otros casos, "el victimario quiere huir de la Policía pero los familiares o amigos de la víctima tratan de dar elementos; en cambio, en los ajustes de cuentas eso no ocurre. Creo que quien opina sobre eso debería tener en cuenta esa gran diferencia".
En varias oportunidades, el juez Roberto Timbal debió concurrir a levantar cadáveres por supuestos ajustes de cuentas. "La Policía tuvo la iniciativa pero algunos de los casos no fueron aclarados", advirtió el magistrado.
Timbal también se refirió a la barrera que levantan las víctimas de disparos por ajustes de cuentas. "No hablan. Dicen que no conocen a quien los hirió o que no tienen idea de cómo recibieron el disparo. No colaboran porque tienen miedo", expresó el juez. Tras advertir que tuvo homicidios sin aclarar que la policía calificó como ajustes de cuentas pero que no puede catalogar así hasta no resolverlos, precisó que a nivel poli- cial fueron investigados "como cualquier otro caso".
Fuentes policiales consultadas por El País reconocieron que hay un trato diferente sobre algunos crímenes.
"Al igual que la población, los policías no se preocupan por los ajustes de cuentas porque, en definitiva, son delincuentes que se están dando entre ellos. `Un pichi menos`, dicen. Lo mismo piensa la gente", afirmó un oficial superior.
Otro oficial señaló: "siempre ha pasado que no se investigan las muertes de delincuentes; ahora se ha amplificado. Se mira si el muerto tiene antecedentes penales y se lo deja de lado. Pocos se preocupan por averiguar sobre lo que ocurrió. Eso pasó siempre, ahora se nota más porque hay más crímenes".
También destacaron que frente a la muerte de una mujer por violencia doméstica, de un niño o un comerciante, la presión mediática es mucho más fuerte que si es un delincuente.
El País Digital
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